El realismo mágico y el grotesco, juntos en escena

En ”El canto de la oveja” conviven un pájaro milagroso y un resucitado que finalmente se seca como una rama. Mañana y el viernes, en Lomas.En América Latina todo es posible, y en la Argentina también, claro. Estas características literarias del realismo mágico no pudieron encajar en el ideario colectivo de los moradores de otras latitudes por no tener que padecer de los duras situaciones regionales con las que se conviven.
Bajo esta premisa, de que se entremezcle naturalmente lo sobrenatural con lo cotidiano como si nada, se sube a las tablas “El canto de la oveja”, de Omar Aíta, una de las propuestas destacadas del “Buenos Aires Gran”.
Esta puesta será la primera dentro de la tercera edición del Festival de Artes Escénicas, y sin predecesoras en las versiones anteriores, en la que el elenco se conforme con integrantes de todas las compañías teatrales participantes.
Omar Aita, director y autor de la obra, es el encargado de lograr la cohesión de esta sumatoria variopinta de actores. “La obra comienza por la década del ‘50, poco después de la muerte de Evita, en una antesala de una capilla ardiente.
Caneta, el personaje que hace de muerto, es un aficionado a los jilgueros y uno de ellos ‘la oveja’ es lo único que deja como herencia”, explica el director de la puesta a La Unión.
Precisamente, ese pájaro, que fuera propiedad del difunto, va tomando un valor sobrenatural en el imaginario de los asistentes al velorio y lo ponen en el cajón para que con su canto resucite a Caneta, hasta que finalmente el milagro se produce.
Además, para lograr que cante, le agregan alcohol al alpiste. “Todos dicen que el finado les dejó el pájaro como herencia. Pica, un chico sobreprotegido por su madre, es uno de los que lo reclama. Otro es Manucho, y así el pájaro va subiendo su valor.
Quieren santificarlo y el cura de la iglesia lo saca rajando, hasta que se produjo el milagro y consiguen”, describe el gestor de esta puesta la forma simbólica con la que se expresa en escena los valores de los protagonistas que viven en una suerte de Macondo argentina.
Además de las acciones centrales de la puesta, transita de fondo la historia argentina entre los ‘50 y los ‘70. “Emp i e z a con un Perón vivo y termina con un Perón muerto, pero los personajes están siempre iguales, no envejecen”, señala Aita.
Otro de los toques sobrenaturales es el que el cuerpo de Caneta se seca, como una rama, por su extrema delgadez. El argumento tiene elementos clásicos del realismo mágico latinoamericano y la puesta responde a los cánones del “sainete agrotescado”, elementos genuinos de la escena criolla.
“Pasa por el melodrama, la cosa de la comicidad y el público entra de una forma en este drama con humor negro. Según las características del lugar donde la presentemos, hasta puede tomar un forma de comic con los efectos de la iluminación”, agrega el autor del relato. “En principio fue difícil la elección de los actores.
Se pudo armar un equipo interesante, toda la onda y gran predisposición del elenco. Además, ninguna interpretación esta descuidada”, señala el director luego de haber cohesionado en escena a actores de compañías distintas.
Este trabajo en equipo del Festival, también redundó en lo económico al solventarla a modo de cooperativa y a partir de un subsidio provincial al que accedieron luego de ganar un concurso.
La obra fue presentada por primera vez en el Teatro Cervantes hace más de una década y en esta reedición tuvo ciclos en distintos ámbitos escénicos del Conurbano y luego del “Buenos Aires Gran”, la compañía comenzará una gira provincial con “El canto de la oveja” por la provincia de Buenos Aires.